La Mujer Hondureña
Escrito hecho para el Open Mic: La Mujer Hondureña organizado en colaboración con Marcela Franco presentado el 30 de julio del 2020.

La Mujer Hondureña
Hablar sobre la mujer puede ser complejo. Y aunque yo soy mujer, hay tanto que desconozco y que todavía no alcanzo a comprender. En Honduras, la mujer ha sido símbolo de elegancia, delicadeza y respeto. Pero tristemente, también ha sido vista de menos o como objeto.
Hoy, Google ofrece 658,000 artículos mencionando a la mujer hondureña, todo en menos de un segundo. Y esta noche, yo debo presentar un artículo sobre la mujer hondureña, en menos de 5 minutos.
Déjenme presentarme. Soy Hansi Rodríguez Jallú y escribo una colección de historias. La responsabilidad que cargo hoy por exhibir y homenajear a las mujeres de mi país, es pesada. Por ello, dejaré que las historias hablen por sí mismas.
Elia María Rivera no ha llevado una vida lujosa. Desde una temprana edad comenzó a trabajar para vivir. Sin dejar a sus hijos, fue empleada doméstica, maquiladora y dependiente comercial. Con todo y los golpes que de la vida ha recibido, hoy es voluntaria en la municipalidad, ayudando a ancianos y niños discapacitados y es voluntaria en Teletón y Children International. La mujer hondureña es servicial.
De piel lisa y ojos verdes, Ilse Fiallos de Jallú, es una modelo de porcelana. Se casó con el amor de su vida: León. Lamentablemente, él cayó en adulterio. Un tormento para Ilse. Años después, León murió, en su entierro Ilse se encontró con “la amante”. Se acercó a ella, la abrazó y le susurró: “te perdono”. La mujer hondureña es perdonadora.
Jackie de Rodríguez se casó con Óscar, un doctor con corazón de oro. Él había estado casado anteriormente y traía 3 hijos consigo. Pero Jackie los amó como propios. Estos jóvenes se casaron y tuvieron hijos. Y Jackie los amó como nietos suyos. No hizo distinción entre sangre, sino que desbordó en afección. La mujer hondureña es amorosa.
Fanny de Rivera, al borde de un divorcio, de la muerte y de Dios sabrá qué más, recibió una palabra de ánimo por una pareja desconocida. Ese día reconsideró las decisiones de su vida y las causas de sus acciones. Batalló contra su circunstancia hasta salir adelante. En 2020, ella no es la misma, tiene un corazón que rebosa, y una sonrisa que contagia. La mujer hondureña es luchadora.
Emma de Sosa, una doctora en Toxicología Clínica con postgrado en Ciencias Básicas del Cáncer y Análisis de Data llevaba una vida en depresión y frustración, esperando el día que dejara este mundo cuando asistió a una reunión evangélica. Conoció a un Dios que parecía tener alguna solución para sus problemas. Ese día, hace 34 años, Emma dejó sus títulos atrás y vivió recorriendo más de 50 países compartiendo que en efecto, aquel Dios sí tiene solución. La mujer hondureña es espiritual.
Abbie de Rodríguez, el orgullo de su esposo. El ejemplo de sus hijos. Se mantiene pendiente de las personas a su alrededor, velando por el bien de la viuda y el huérfano. Coordina eventos y recauda fondos para el necesitado. Cocina con amor y decora su casa con esplendor. Y aún, al final del día, se acerca a mi cuarto y me dice “hija, te amo, buenas noches.” La mujer hondureña, definitivamente, es la mujer maravilla.
En mi intento por representar la esencia de la mujer hondureña, he compartido las virtudes que hacen inigualables a las mujeres de nuestro país. Pero la verdad es que si observamos cada uno de nuestros corazones notaremos que la mujer virtuosa, mujer hondureña somos cada una de nosotras. No una obra terminada, pero una obra maestra siendo perfeccionada.
Gracias.


