En el camino
Por fortuna, en la vida tenemos brújula, una guía, una ley escrita en el corazón. Tenemos una conciencia que según el caso, es estorbo o protección; piedra o almohada; caricia o pellizco.
Oímos de atajos y principios que permanecen, pero irónicamente, para ser el camino más difícil, no recibimos un mapa detallado. ¿Habrá un bache en la esquina? ¿Será esta la calle donde asaltan? ¿Es esta la cuadra que mi mamá mencionaba? No tenemos todas las respuestas.
Entre sus distintas y no absolutas manifestaciones, esa incertidumbre se siente como el polvo que deja el carro que nos pasa de lado, como la fiesta a la que no nos invitan o el saludo que no nos devuelven. Se siente personal.
La incertidumbre puede llegar a sentirse como un vacío que te llena; una deficiencia que ahoga. ¡Cómo puede un negativo, sumar tanto!
Es paralizante.
Frustrada ante distintos eventos que veo sucediendo en mi país y comunidad, me he preguntado si seré la única. Suelo comentarlo con mis amigos y no falla oír:
—“¡Yo también me he sentido así!”
No recibo nuevas coordenadas para mi mapa, pero recibo compañía. No estoy sola. Y eso es suficiente para dar un paso adelante.
Hace varios años me acerqué a mi papá para hablar. Le conté que no me sentía bien. Días después, en un recital musical introdujo una canción que él escribió: “Hey, sé cómo duele porque también he estado allí. Sé lo que sientes porque también lo sentí. Y te parece que el día no puede ponerse peor, que quizás esta vez sí la noche se coma el sol. Hey, mira hacia arriba hay Uno más grande que tú y yo. Siempre está contigo. Siéntelo en el latir de tu corazón. Y te aseguro que Él vela en la noche cuidándote, Amor. Te prometo que Él hará que mañana también salga el sol, mañana será mejor".
Caminó hacia mí, me besó la frente y me dijo —“Eso es para vos”.
No recibí nuevas coordenadas para mi mapa, pero recibí consuelo. Mañana será mejor. Y eso es más que suficiente para caminar unas cuadras más.
Mientras planifico los muchos sueños que me corresponde cumplir, contemplo la magnitud de cada uno y es inevitable no sentir el peso sobre mis hombros. Hace unas semanas, mientras compartía con mi familia, me di cuenta que con ellos, el peso es insignificante.
No recibo nuevas coordenadas para mi mapa, pero recibo apoyo. Tengo soporte. Y eso es suficiente para correr el camino.
Parece ser que aunque no recibamos todas las coordenadas, con quien recorremos el camino impacta la calidad. O la carencia de ésta. Y considero que en quien creemos en el camino define nuestro destino.
Por mi parte, aunque no lo pueda explicar, Dios está conmigo todos los días hasta el final, hacia mi destino. Aunque mis ojos no lo ven, veo sus grandes maravillas por doquier. Aunque no puedo oír su voz, llevo su tierno silbo en mi corazón. Él está aquí y está allá. Y mi alma sabe muy bien, que él está conmigo.
Sin mis compañeros de camino, yo habría hecho una caminata pero ellos me han impulsado a hacer de esto, una aventura.


